La Danserye

MÚSICA  
La Danserye
Danzantes y ministriles: de lo sacro a lo profano
CAPILLA DEL COLEGIO FONSECA
LUNES, 9 de JULIO · 22:00 h.
ENTRADAS: 12 € / COMUNIDAD UNIVERSITARIA 10 €  

 

 

Formación                      
Fernando Pérez Valera                     Corneta, trompeta, sacabuche, orlo, flauta
Juan Alberto Pérez Valera                     Chirimía, corneta, bajoncillo, orlo, flauta
Luis Alfonso Pérez Valera                     Sacabuche, trompeta, orlo, flauta
Eduardo Pérez Valera                     Chirimía, bajón, orlo, flauta
José Gabriel Martínez Gil                     Percusión


Los conjuntos de instrumentos de viento florecientes en el siglo XVI: chirimías, cornetas, bajones y bajoncillos, sacabuches, orlos, flautas, etc., tañidos por compañías de ministriles, se sumaban junto a la percusión a crear un ambiente único, y contribuyen a dar una sonoridad propia y exclusiva de este momento de la historia, añadiéndose a una combinación que difícilmente hoy día se puede escuchar en los escenarios que tratan de recrear el ambiente musical de esta época.

En este contexto, el presente programa, dividido en tres partes, pretende recrear el mundo de las danzas y los entretenimientos musicales en la Europa del Renacimiento (bloques I: música popular y bloque III: música cortesana), mostrando en vivo una recreación musical a partir de música impresa y/o manuscrita conservada en tratados o impresos desde 1530 hasta 1612. Entre la música de danza, el bloque central (bloque II) se inspira en la música que los mismos conjuntos de ministriles tenían a su disposición en las capillas musicales que servían al oficio divino. Un conjunto de motetes, partes de himnos litúrgicos y “canciones” (algunas de ellas camufladas bajo ingeniosos títulos) servían a los ministriles para desarrollar su función dentro de la liturgia. De este modo, estos grupos instrumentales caminaban frecuentemente entre dos mundos tan diferentes como el sagrado y el profano, característica que hoy día hace especialmente interesante su reconstrucción.

 


El primer bloque del concierto está dedicado a la música popular, concretamente a la música concebida para bailar. Es necesario distinguir, dentro de la música de danza, que el baile se consideraba un entretenimiento para las clases sociales inferiores, mientras que la danza estaba reservada para los estratos superiores, constituyendo un verdadero formulismo social al que se debía de responder debidamente. Entre los bailes más populares se encuentran los bransles, un tipo de danza muy simple que se bailaba en parejas o en grupos, de forma circular y cuyos movimientos suelen ser laterales. Parece que su origen es francés, pero rápidamente se extendió por Europa, y su estructura es sencilla.

En 1526, la Catedral de Sevilla se convierte en la primera institución eclesiástica española en contratar y mantener asalariado a un grupo de cinco ministriles (tres chirimías y dos sacabuches), para “magnificar el culto divino”. A partir de este momento, las instituciones más importantes y poderosas hacen lo propio, de manera que la presencia de estos grupos instrumentales ya es generalizada a finales del siglo XVI en toda España, y por extensión, en Hispanoamérica. De este modo, y gracias a la conservación de documentos en los archivos de las diferentes instituciones eclesiásticas (siempre mejor organizadas que otros archivos laicos), se dispone de mucha información sobre los grupos de ministriles, sus repertorios y funciones en la liturgia.

En el segundo bloque del programa se muestran diversos ejemplos de las músicas que tañían los ministriles en el ámbito sacro. Hay que destacar que podía tratarse de los mismos grupos de ministriles que tocaban la música de danza, puesto que muchas referencias aluden a las prácticas de los ministriles fuera de la iglesia, a pesar de contar con cláusulas de “exclusividad”. El tercer y último bloque del concierto vuelve de nuevo a la música de danza, pero en esta ocasión se dedica propiamente a la danza, a diferencia de la anterior sección confiada al baile. Como hemos dicho, la diferencia entre danzar y bailar respondía a una cuestión de estamento social. La pavana y la gallarda eran danzas que requerían del conocimiento preciso de los pasos y mudanzas, perfectamente codificados según la época y área geográfica concreta

En conclusión, un siglo de máximo esplendor de géneros tanto populares como cortesanos, capaz de divertir y entretener al pueblo llano y a nobles y reyes; música para bailar o danzar, según la categoría; música para el oficio divino en varias de sus vertientes… en definitiva, un espectáculo donde la combinación de música y danza nos transporta a una época tan remota como interesante y que difícilmente puede ser puesta en escena en la actualidad.